Petro Califica como ‘Genocidio’ la ofensiva en Gaza: ‘La humanidad no puede permitir ni un día más’

Gustavo Petro, presidente de Colombia, reclama política de drogas y EEUU abandona la sala




Nueva York, Estados Unidos.- Stephanie Palacios.- El presidente Gustavo Petro, en su último discurso como mandatario lanzó una arremetida retórica que convirtió la tribuna en escenario de una denuncia internacional: advirtió que desde hace años había señalado riesgos de conflicto —en Ucrania y en Palestina— y acusó a potencias y a sectores de Estados Unidos de instrumentalizar la violencia para dominar a Colombia y América Latina. 

El tono fue de despedida y de advertencia: para él, la comunidad internacional escucha a los que tienen bombas y presupuestos, no a quienes proponen diálogo y paz.


"Los que no tenemos bombas ni grandes presupuestos no somos escuchados aquí. Pero cuatro años después ya hay lo dantesco de la situación de Palestina", reclamó


El presidente reclamó además que la política antidrogas tradicional ha servido más para controlar pueblos que para combatir verdaderas redes criminales. Señaló a políticos colombianos que, según su relato, habrían sido aliados de la mafia del narcotráfico y, en varias ocasiones, de actores de la política estadounidense con influencia en decisiones de seguridad regional. Estas acusaciones, expresadas desde la tribuna, combinan nombres propios con una narrativa que mezcla hechos, interpretaciones y recriminaciones contra administraciones extranjeras.


"Aliados a la extrema derecha de la Florida en Estados Unidos y ahora aliados al gobierno de Trump y aliados desde hace décadas a los capos del narcotráfico, de la cocaína en Colombia", demandó el mandatario


Uno de los pasajes más crudos del discurso fue su denuncia sobre el uso de la fuerza en el mar Caribe: habló de jóvenes en lanchas —pobres, sin armas— a los que describió como víctimas de ataques con misiles y los comparó con las masacres internas en Colombia. El presidente pidió que se investigue a los responsables, incluyendo a funcionarios de alto nivel en Washington, y sostuvo que muchos de esos jóvenes no pertenecían a organizaciones terroristas sino que eran migrantes buscando escapar de la pobreza.


"Trump lanza misiles sobre lanchas desarmadas de inmigrantes y los acusa de narcotraficantes y terroristas. Sin ellos tener una sola arma para defenderse. Cuando los narcotraficantes viven en Nueva York, aquí mismo, a unas cuantas cuadras y en Miami", dijo.



En materia de política interna, el orador defendió su gestión anticultivo: aseguró haber logrado reducir el crecimiento de los cultivos de hoja de coca —de un 43% anual en el gobierno anterior a un 3% en el presente año— y reivindicó su estrategia como distinta de la “guerra contra las drogas” tradicional. Dijo que su administración habló con actores armados y con quienes eran tildados de narcos o rebeldes, porque, afirmó, “hablar siempre para salvar vidas”.

El presidente dedicó una parte del discurso a atacar la política estadounidense respecto al fentanilo y la droga, afirmando que la producción industrial y el consumo están en el propio aparato norteamericano y que las políticas de represión solo han agravado una crisis de salud pública. Calificó la situación como un “desastre” que mata a decenas de miles y señaló la contradicción de perseguir a migrantes pobres mientras grandes fortunas vinculadas al narcotráfico, según su relato, residen en ciudades como Miami y Nueva York.


Su llamada a la reforma de la ONU y a la protección de Gaza fue otro eje central: catalogó lo ocurrido en ese territorio como un genocidio —término que lanzó con énfasis— y responsabilizó a quienes, desde su óptica, facilitan la impunidad internacional. El discurso incluyó una apelación a la memoria histórica y a la solidaridad internacional: mencionó a países que, dijo, ayudaron en procesos de paz (Qatar, Cuba, México, Vaticano, Noruega, Brasil, Venezuela) y reclamó una ONU “más humana”.

"No hay raza superior, señores. No hay pueblo elegido de Dios. No lo es ni Estados Unidos ni Israel. Ignorantes, fundamentalistas de extrema derecha piensan así. La ONU tiene que cambiar ya. Una ONU diferente humana debe antes que nada detener el genocidio de Gaza. La humanidad no puede permitir ni un día más de genocidio, ni a los genocidas de Nathan Yao, ni sus aliados en Estados Unidos o Europa dejarlos libres", demanda


Cerró su intervención con una exhortación beligerante hacia la historia y la épica: invocó a las tradiciones libertarias de Bolívar, Martí y otros próceres para marcar la gravedad de la situación mundial y la necesidad, en su diagnóstico, de respuestas contundentes frente a lo que denomina opresión y genocidio. 

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