El Color Morado del 8M: Símbolo de Lucha y Resistencia Feminista

Foto: Redes Sociales



El morado tiñe las marchas del 8M, evocando historia

Ciudad de México, México –Redacción.-  Cada 8 de marzo, las calles de México y el mundo se inundan de morado, un color que trasciende para convertirse en el emblema máximo del feminismo. Este tono, también conocido como violeta o púrpura, no es una elección arbitraria: lleva consigo una carga histórica de lucha, dignidad y resistencia que se remonta a más de un siglo atrás. Pero, ¿por qué este color se ha arraigado como símbolo del Día Internacional de la Mujer y las demandas por igualdad? La respuesta yace en una mezcla de tragedia, simbolismo y decisiones políticas que han dado forma al movimiento.

Una de las teorías más aceptadas sobre el origen del morado se vincula al trágico incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York, el 25 de marzo de 1911. En este suceso, 146 trabajadores, en su mayoría mujeres jóvenes inmigrantes, murieron atrapadas tras un incendio provocado en circunstancias aún debatidas. Las puertas cerradas con llave impidieron su escape, exponiendo las inhumanas condiciones laborales de la época. Según la leyenda, el humo que emanó de la fábrica era de un intenso color violeta, debido a las telas que se confeccionaban. Aunque no hay evidencia definitiva de que el humo fuera morado, este evento marcó un punto de inflexión en la lucha por los derechos laborales femeninos y dejó una huella imborrable en la mitología feminista, asociando el color con la resistencia frente a la opresión.


Sin embargo, la historia del morado como símbolo feminista comenzó antes, en 1908, con las sufragistas británicas de la Unión Social y Política de las Mujeres (WSPU). Lideradas por Emmeline Pethick-Lawrence, adoptaron el morado, junto al blanco y verde, como parte de su identidad visual en la lucha por el voto femenino. Pethick-Lawrence explicó que “el violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, su conciencia de libertad y dignidad”. Este uso temprano del color no solo lo vinculó a la realeza y el poder, sino que lo resignificó como un grito de justicia y empoderamiento, un legado que las feministas de hoy han heredado y adaptado a nuevas batallas.

En el contexto mexicano y latinoamericano, el morado del 8M se entrelaza con otras luchas. Aunque el verde ha ganado fuerza como símbolo del aborto legal —inspirado en la “Marea Verde” argentina desde 2017—, el morado sigue siendo el estandarte principal contra la violencia de género y la desigualdad. Personalidades como Aleksandra Kollontái, revolucionaria rusa y feminista, también influyeron en esta narrativa al apartarse del rojo comunista para priorizar el violeta en la defensa de los derechos de las mujeres, diferenciando su lucha política de otros movimientos. En México, colectivas feministas han hecho del morado un recordatorio de las víctimas de feminicidio y un llamado a la acción, visible en pañuelos, pancartas y pintas que reclaman justicia.


Hoy, el morado no solo honra el pasado, sino que proyecta un futuro de cambio. Como señala la escritora Gemma Lienas, es el color de las “gafas” con las que se debe mirar el mundo para entender las desigualdades. En las marchas del 8M de 2025, este tono vibrante seguirá ondeando en las calles mexicanas, recordándonos que la lucha feminista es histórica, pero también urgente. Desde las sufragistas hasta las manifestantes de hoy, el morado es más que un color: es un símbolo de poder arrebatado al patriarcado, un eco de las voces que no callan y una promesa de igualdad que aún está por cumplirse.


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