Por Bruno Cortés
Ciudad de México.– En medio del deterioro urbano y la creciente molestia vecinal por la falta de atención a servicios básicos, la alcaldesa de Cuauhtémoc, Alessandra Rojo de la Vega, ha optado por centrar su discurso público en una cruzada ideológica contra las esculturas de Ernesto “Che” Guevara y Fidel Castro instaladas en el Jardín Tabacalera, lo cual ha desatado una oleada de críticas por su falta de enfoque en los problemas reales de la demarcación.
De acuerdo con documentos oficiales, fue el 3 de noviembre de 2020 cuando el Comité de Monumentos y Obras Artísticas en Espacios Públicos de la Ciudad de México (COMAEP) aprobó la colocación de dichas esculturas. El aval ocurrió durante una sesión extraordinaria que contó con la representación legal de autoridades locales y especialistas en patrimonio urbano, desmintiendo así cualquier señalamiento de ilegalidad o improvisación.
A pesar de ello, Rojo de la Vega ha usado sus redes sociales para alimentar una controversia sobre el carácter “ofensivo” de los monumentos, en lo que varios analistas consideran un intento deliberado por desviar la atención de la crisis administrativa que atraviesa la alcaldía, la cual ha sido señalada por deficiencias en recolección de basura, luminarias inservibles, parques abandonados y baches sin reparar.
Incluso dentro del equipo de trabajo de la alcaldesa ha habido confusión. Según fuentes internas, la mandataria desconocía el origen legal de las esculturas, lo que ha generado cuestionamientos sobre la asesoría política y jurídica que recibe, así como el nivel de improvisación con el que opera su administración.
Críticos han señalado que la estrategia de confrontación recuerda a las tácticas de agitación de la ultraderecha española, como VOX, con discursos incendiarios que apelan más al espectáculo y la viralidad digital que a la gestión pública efectiva. Cabe destacar que Rojo de la Vega viajó recientemente a España, donde sostuvo reuniones con organizaciones políticas y participó en actos públicos de corte conservador.
La narrativa contra las esculturas —que han permanecido más de tres años sin causar controversias mayores— contrasta con la falta de posicionamiento firme de la alcaldesa ante problemáticas estructurales como la inseguridad, la presencia de narcomenudeo en algunas colonias y la creciente privatización del espacio público.
Retiro de Esculturas del Che y Fidel Foto: Alcaldía Cuauhtémoc
Vecinos de la Tabacalera y zonas aledañas han manifestado su desconcierto ante las prioridades de la administración. “Aquí lo que necesitamos es que reparen los juegos del parque, no que se metan en peleas ideológicas. La alcaldesa ni siquiera se ha aparecido por la colonia en semanas”, declaró Rocío Vázquez, presidenta de una asociación vecinal.
El caso también ha desatado reacciones en círculos académicos y culturales, donde se advierte sobre los peligros de una reinterpretación selectiva del espacio público como herramienta de propaganda, así como de la censura simbólica disfrazada de gestión administrativa.
A pesar del revuelo, las esculturas del Che y Fidel siguen en su sitio, como testigos mudos de una polémica que parece responder más a intereses políticos que a un verdadero debate sobre la memoria histórica. Mientras tanto, Cuauhtémoc continúa esperando lo básico: baches tapados, parques limpios y una alcaldía que trabaje más allá del algoritmo.